El ministro de Deportes, Antonio Álvarez, festejó el inicio de la Semana Mayor en La Guaira, capital del Estado Vargas, haciendo caso omiso al luto que embarga a cientos de familias venezolanas tras las recientes muertes de compatriotas en las calles, producto de más de 60 días de protestas, represión y violencia.

Al igual que Nicolás Maduro, Álvarez se subió a una tarima a bailar y celebrar mientras el resto del país aún llora a sus muertos.

El expelotero y cantante siguió una gira por diferentes puntos de recreación en el marco de las celebraciones que auspicia el gobierno venezolano en Semana Santa como una forma de contrarrestar el auge de las protestas.

Estas fechas de asueto, que con el tiempo han perdido su carácter religioso original, se han convertido en verdaderas bacanales donde el pueblo es escasamente orientado al recogimiento espiritual, circunstancia que ha propiciado no pocas críticas por parte de la comunidad cristiana venezolana.

El ministro repartió souvenirs a la multitud y cantó en inglés y español canciones en su mayoría de corte erótico al tiempo que promocionó la gestión de gobierno, un acto un poco ecléctico que muchos se atreverían incluso a considerar extravagante para la majestuosidad del cargo que detenta pero que en el oficialismo ya es considerado normal desde que en su campaña electoral, Hugo Chávez se dedicó a cantar y bailar, aún en las circunstancias más trágicas, como la de su propia enfermedad. Todo vale para el partido político del líder que tras la tragedia de Amuay expresó que “la función debe continuar”.

Máximo Gómez

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